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De lo mundano para amar


A Kassandra le gusta Héctor.


A Kassandra le gusta Bugs Bonnie


A Kassandra le gusta Abba.


Kassandra tiene hambre


Kassandra tiene un cliente francés


Kassandra nació hombre pero decidió ser mujer


Kassandra quiere tener amigos


Para Kassandra no es fácil decir adiós


Kassandra me habla de ella con lágrimas y sonrisas…y yo ni siquiera sé si a Penélope le gustan los boleros.



Pontificia Universidad Javeriana
Análisis - Puesta en escena Pequeño Formato
Maestro: Johan Velandia
Alumna: Candelaria Torres
Fecha: Lunes 2 de abril, 2018



                                                 De lo mundano para amar


A los pocos días de haber cumplido catorce años, en medio de mi cama y con la adolescencia de cobija decidí responderme de una vez por todas esa pregunta con la cual todos los adultos comienzan una conversación: - ¿Y tú que vas a estudiar? - Con los ojos recién levantados y el grito de mi mamá anunciando el desayuno, me levanté de la cama con el pie derecho, y caminé hacia la cocina sabiéndolo.

                                                    Voy a ser artista escénica

Después de aquella revelación, usaba el tiempo libre que tenía fantaseando sobre la idea de llegar al Royal Ballet en Londres, al Teatro Colón de Buenos Aires, al Bolshoi Theatre ubicado en Moscú y tantos otros como fuera posible. Mi ingenuidad me hizo eludir por completo el trecho en el que vas a la universidad y te formas. Pero cuando llego la adultez supe que si quería ser una artista tenía que estudiar, estudiar el pasado, y estar atenta a mi presente para así algún día tal vez poder incidir en mi futuro. Empecé a ir a seminarios, conferencias, agudicé mis visitas al cine, y trataba de ir al teatro por lo menos una vez a la semana. Pero en todos mis planes excluía siempre y sin dudarlo una única categoría cultural: La mitología griega.

Después de ver algunas representaciones teatrales en donde las historias de los dioses eran el argumento que sostenía la narración, me fue muy difícil volverle a dar una oportunidad a las obras de carácter clásico. Tanto así que me aburría al escuchar nombres como Antígona; Medea; Electra o como Sófocles; Eurípides y Esquilo. 


Fue por esa misma razón que cuando me informaron que, por parte de la clase de pequeño formato, debía ir a ver Kassandra en el teatro de La Maldita Vanidad, solté un suspiro desganado, lleno de tedio y a la larga, lleno de aceptación. Seria de nuevo una de las tantas copias que se han hecho sobre los mitos griegos. Ir a ver Kassandra era decirle en secreto a Peter Brook que estaba de acuerdo con la pesadumbre que produce el teatro sagrado, en donde la obra vista, la cual es extremadamente aburrida y a veces inentendible, se toma como una producción de carácter altivo ya que es de carácter clásico.

Fue por eso que antes de ir a ver la obra decidí enterarme de que se trataba su historia, pues de manera antipática supuse que de nuevo no iba a comprender muy bien de que se trataba este mito.  

“Casandra pertenecía a la realeza troyana. Era hija de Príamo y de su esposa Hécuba, reyes de Troya. Era una joven ambiciosa y quería tener un don especial, por lo que rezó día y noche al dios Apolo, dios al que se veneraba principalmente en la ciudad, para que le concediera el poder de la clarividencia para así poder predecir el porvenir. Apolo, enamorado de la bella joven, decidió concedérselo una vez que ésta le hubiese entregado su amor. Cuando ya le había concedido su deseo, Casandra renegó de su amor por Apolo, lo que enfureció al dios. Éste… decidió maldecirla. A partir de entonces podría adivinar el futuro, … pero no podría evitar los acontecimientos ya que nadie creería jamás sus predicciones. Después de la caída de Troya … Casandra fue otorgada al rey Agamenón como botín de guerra, convirtiéndose en su amante y esclava. Casandra le profetizó que sería asesinado si regresaba a Grecia, pero el orgulloso rey no le creyó y se encaminó a su patria, a su llegada a Micenas, ella y Agamenón fueron asesinados por Clitemnestra”.[1]

Tomando la información como una armadura me fui al teatro victoriosa, esta vez si iba a entender la representación.

Al entrar a la sala, y aceptar que iba a escuchar nombres extraños e intentar atar conjeturas que desconozco, quedé inmóvil y sorprendida cuando me encontré con una mujer vestida de prostituta. El inicio de la obra nos revelaba un poste de luz, una pequeña piedra al lado de este y a una mujer vestida con mayas, un short muy corto y una chaqueta de cuero.  Nos ofrece un cigarrillo al valor de cinco dólares, y luego de insistir un par de veces, empieza a contarnos su historia. Cuando empezó a hablar lo supe.

                                                Ella era Kassandra

-Oh por dios, ¿Que diría Zeus? -Me pregunté.  Saliéndose por completo del canon de representación, tenía frente a mí a un personaje terrenal, en donde el drama no acudía a lo colosal de la tristeza, sino a la sencillez de una experiencia.
A medida que paso la obra, este personaje desbarato en mi paradigmas y prejuicios, comprendiendo que mi irritabilidad con los mitos griegos no consiste en su contenido, sino consistía más bien en su forma de ser abordados. Puesto que era la misma historia que había leído hace unas horas en casa, solo que era contada no para ser prodigiosa, sino para ser sencilla y por lo tanto, amada.

Trayendo a colación el escrito de Walter Benjamín: La obra de arte en la época de la reproducción técnica, me gustaría descifrar junto al lector, como es que para mí esta obra sobrepasa el canon de representación, a la vez que se enfrenta a  la pérdida o a la conquista del Aura. Me pregunto lo siguiente: si esta obra es una reproducción del mito original de Casandra, ¿porque siento que NO se pierde en su carácter de copia, sino que más bien, se gesta sobre sí misma como una nueva manera de ver la historia y al personaje?

Para responder a esta pregunta me gustaría tener los conceptos claros:


La reproductibilidad técnica

La reproductibilidad técnica es un proceso que consiste en hacer una reproducción masiva de una obra de creación humana, como, por ejemplo: pintura, escultura, música, representaciones escénicas, imágenes, etc. [2]


De acuerdo a esta definición, Casandra encaja sin dificultad al momento de entenderse como una reproducción más.  Era una de estas reproducciones, así como en su tiempo lo han sido Medea, Electra, etc, y que, por lo tanto, por ser reproducciones perdían su sentido de origen y de aura. Entonces, en este caso, ¿Por qué Kassandra no la pierde?

Aura:

1. Una trama particular de espacio y tiempo: la aparición irrepetible de una lejanía por cercana que ésta pueda hallarse.

2. La liberación del objeto de su envoltorio, la destrucción del aura, es distintivo de una percepción cuya sensibilidad para lo homogéneo en el mundo ha crecido tanto actualmente que, a través de la reproducción, sobrepasa también lo irrepetible.[3]

Para Walter benjamín la reproducción de una obra muestra que la obra original ha sido duplicada y por lo tanto falsificada. Es por esto que él resalta que el acto de crear es un acto histórico, pertenece y es en sí un retazo del contexto actual. Nace debido a una razón, y como la reproducción carece de razones históricas para hacer, es decir, esta solo hace por hacer, pasa instantáneamente a ser una copia.  

Benjamín afirma que la imitación remueve indiscutiblemente el aura de la obra, pero es muy curioso ya que La Maldita Vanidad logra entrar sin problema en la “reproducción” de Kassandra, haciendo que paradójicamente se cumpla la finalidad del origen: Dar a entender la historia, contarla, comunicarla. Contrario a lo que ha hecho la reproductividad de estas historias griegas que (en mi opinión), es manejar un lenguaje tan complejo y clásico que la historia queda como una voz abstracta e inentendible a los ojos del espectador. Es importante recordar que el origen del mito era otorgar sentido a aquellas cosas que no lo tenían aquí en la tierra. Por eso nacen los dioses y las grandes historias. El sentido es donde el origen se gesta y se justifica, debido a su necesidad de esclarecer e historizar, así sea de forma onírica o religiosa, un hecho.
¿De qué nos sirve entonces tanto teatro sagrado si al final la obra que rinde homenaje al mito, hace todo menos lo que el mito anhelo en su origen? El teatro sagrado se vuelve ambiguo y abstracto en su deseo de culturizar y sentir que somos eruditos, pues este ha sido el medio para comunicar las grandes historias, y estas han quedado confusas y turbadas en la niebla de la ilustración.

Ahora viene la gran pregunta: Si Kassandra cumple con la tarea de no evadir el sentido del origen del mito, el cual es comunicar, sino que más bien lo facilita y lo entrega de manera generosa, entonces, por el simple hecho de ser una reproducción, ¿esta pierde el aura?

“En esta obra, Benjamín constata que la reproducción de algo parte de una falsificación de ese algo original. Una reproducción de la Mona Lisa, no es lo mismo que el original. ¿Por qué? Porque el acto creador pertenece a la historia y tiene una historia él mismo; sea lo que sea lo que quiere transmitir, no es ajeno a un inicio, a unas vicisitudes históricas. El arte reproducido es mera copia de un original que siempre está ausente, por eso nos acerca a un arte carente de tradición; la película que vemos es una copia como tantas otras, sin embargo, esa lejanía con lo originario de la obra de arte, esa pérdida del aura y de la historia nos parece natural”.[4]

La pérdida del aura se da en una reproducción que,  a mi parecer, carece de voluntad interpretativa, en ese caso Kassandra no podría perder el aura ya que esta no es un duplicado, sino que es más bien una interpretación entrañal del texto, en donde su referente es, además de respetado, llevado a instancias más lejanas de lo que se supone debería representar. Es entonces cuando la obra se vuelve auténtica.  Kassandra vence la pérdida del aura ya que no reproduce un canon, más bien lo descifra para llevarlo a la vulnerabilidad y la cercanía de los seres humanos y de su contexto actual. Inclusive si nos vamos a la filigrana de la definición de la pérdida del aura, podemos encontrar que la justificación de auratizar un elemento es debido a que este se origine desde una necesidad, sea de contexto o de historia. Por eso la copia no tiene aura, pues ya jamás podrá ser parte del momento que suscito la creación del original. 

Es aquí donde encontramos de manera emocionante una paradoja. Pues, El teatro de La Maldita Vanidad, toma el referente original, para reproducirlo, pero en el proceso de la reproducción defiende la regla que Benjamín instaura para crear una pieza genuina: Que brote de la urgencia creativa del creador y a la vez, que tenga sentido y aporte a su contexto. De esta forma, Kassandra, en medio de su reproducción, no se reproduce si no que se traduce a su propia lógica y a su propia necesidad. Es ahí cuando nace un origen dentro de un origen, y desde Grecia, llega a Colombia una Kassandra llena de un aura envidiable, ya que tanto el director como la actriz se basan en ellos mismos, en sus saberes , sus sensaciones y sus conocimientos para volverla una pieza única, volviéndola además un regalo para el contexto histórico y teatral bogotano, pues su deseo de alimentar el pequeño formato y de hallar nuevas formas de expresión se manifiesta en la construcción de un personaje que nos trae a colación la imagen de una prostituta, que a la vez siendo pobre y transexual nos recuerda las problemáticas globales tanto sociales y económicas como de género y derecho.

Con esta crítica descubro que es la forma de tratar el contenido lo que logra encontrar el aura, el don autentico e irrepetible, único y con motivo de existir. Tomar al mito en el contexto y hacerlo útil para el momento teatral y social, nos hace legislar la transformación como un proceso de apropiación y por ende, hallar que el origen es una puerta que se abre ante la sensibilidad del autor.
 
Tal cual la naturaleza de la paradoja, envolvemos la contradicción de que no debía haber aura porque ya existía el original, pero no consiste entonces en el referente que tengamos sino en el cómo lo abordamos.

Si la mitología griega hubiese tomado sus obras como huevos, y hubiera hecho de está huevos fritos, lo que hizo Kassandra fue que tomo el mismo huevo, pero envés de fritarlo lo revolvió. Con esto me atrevo a retar a Walter Benjamín diciendo que, el encuentro del aura no consiste en la unicidad de un primer material expresivo, sino más bien en el deseo de encontrar una propiedad de ese material así este venga de un referente. Quiere decir que el aura está en disposición de quien desee encontrarse a sí mismo frente a la obra, más no hacer la obra una en sí misma.

           El aura está en disposición de quien desee encontrarse a sí mismo frente a la obra,                                                                más no hacer la obra una en sí misma.


Encontramos el aura (una característica divina), en la traducción a la humanidad, (una característica terrenal) de lo elitista a lo mundano, pero lo mundano para amar. Encontramos también la autenticidad, ya que la interpretación elimina la duplicación. Kassandra se desnuda ante el espectador, muestra su dolor, pero no de manera monumental, sino envuelto en la vulnerabilidad. Nos muestra una violencia inocente justificada por el desconsuelo. Sus textos están llenos de verdad, el arquetipo que se toma, (el de una trabajadora sexual) no solo es bien tratado, sino que además conduce la historia con facilidad, sustenta la locura y la explosividad del personaje. Muestra la soledad, hasta el punto de sentir que lo único que Kassandra tiene en la vida es aquel poste de luz que a veces le falla. Encontramos la autenticidad ante el aterrizaje de las deidades, la humanización de lo onírico sin que deje de ser visionario.  Kassandra pierde su divinidad, pero gana cómplices que se alegran de saber sobre sus gustos íntimos y vitales. Ya no la endiosamos puesto que ella misma disipa su heroísmo manifestando sus quejas y sus lamentos ante sus vivencias. No da una mirada horizontal, haciéndonos sentir que cualquiera de nosotros podría estar en aquella posición. Es ahí cuando la humanidad de los conflictos traspasa la barrera del intelectualismo clásico, para ver que es tan doloso ser humano que no importa que humano seas, solo basta serlo.

Cuando se acabó la obra pensaba en Bertol Brecht y en lo dichoso que estaría, celebrando la posibilidad de identificación del espectador con el personaje, aplaudiendo la omisión del heroísmo, del ser colosal y lejano que no nos permite comprenderlo. Del apretón de manos que se le da al contexto actual, volcando los ojos hacia la Bogotá que vivimos día a día, la Bogotá de la pobreza, de la desigualdad y de la invisibilización de todos esos “insignificantes” seres que piden a gritos ser escuchados.
 
Por último, hay un elemento que no he mencionado y que realmente creo que va de la mano y aborda con fascinación las entrañas de la mitología griega: La sombra.  Debido a que la única luz que tiene la ejecutante en escena es la de un poste, esta está siempre encima de su cabeza haciendo que una sombra se derrame de su cuerpo. Es inevitable no verla, es una sombra que es abstracta, que se deshumaniza, se deforma, abanderándose de un carácter amorfico. Para hablar de esto quisiera esclarecer el origen del mito en la mitología griega:

1.Un mito es un relato tradicional basado en antiguas creencias de diferentes comunidades y que presenta explicaciones sobrenaturales de hechos o fenómenos naturales; está relacionado con creencia religiosas.

2.El propósito del mito no es entretener, como ocurre en el cuento, sino brindar una explicación al sentido de la vida. Por eso hay ciertos temas, como el origen del hombre y del universo.[5]

3. Del griego mythos (“cuento”), un mito refiere a un relato de hechos maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales(dioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).[6]


A partir de la sombra pude interpretar como si esta fuera la incomprensión, la razón por la que se inventa un mito. La sombra se leía alrededor de la puesta como el entendimiento de una vivencia, de una experiencia, de la materia en sí, de modo que, para darle sentido a la obra y a la tragedia, nace Kassandra, nace y emerge de su propia sombra, siendo ella la misma incomprensión que da paso a la duda, y la misma solución que la responde. La sombra juega un papel dramatúrgico, que se enlaza con el sentido de la obra, tanto histórico, mitológico y humano. Nos habla de la soledad, la abstracción y del teatro. Tal vez la sombra existió para darle paso a este personaje y hacerlo brotar desde la oscuridad, para que se volviera luz y así poder contarnos una historia en donde encontremos el sentido de ser personas y de ser artistas.

En conclusión, Kasandra nos muestra como a falta de conocimientos y saberes, llego la imaginación y aparecen las respuestas. La obra llega al público rompiendo puertas y ventanas, haciendo que dejemos de ser críticos académicos, puesto que la presencia de lo humano y lo efímero hace que veamos la obra desnudos.  La obra abraza la singularidad de una narración limpia y cautivadora, el idioma ingles en el que es presentada nos muestra la barrera que tiene el personaje a la hora de comunicarse, pero la lucha por hacerse entender. Además de esto, la interprete simpatiza con el participante hasta el punto de hacerle sentir que es completamente importante cada palabra que dice, pues tal vez sea él, el único que la escuche y que le crea. Kassandra abre la piel del espectador para quedarse a vivir en ella, cubriéndose con el calor de la audiencia y desfilando con su vestido de aura.

Ya han pasado cinco días desde que la conocí, y aun, cuando camino por las solas calles de mi ciudad espero con ansias verla debajo de algún poste de luz para decirle: Beautiful Kassandra, i am your Friend.







Referencias: 

 

[1] http://la-diosa-del-olimpo.blogspot.com.co/2013/02/casandra.html

 https://redhistoria.com/la-maldicion-de-casandra/

[2] https://es.scribd.com/doc/36189286/La-reproductibilidad-tecnica-y-la-perdida-del-aura-de-la-obra-de-arte

[3] https://www.circulobellasartes.com/benjamin/termino.php?id=21

[4] https://www.circulobellasartes.com/benjamin/termino.php?id=21

[5] https://prezi.com/jh2dddkywmro/la-importancia-de-los-mitos-en-la-cultura-griega/

[6] https://definicion.de/mito/

Bibliografía:


https://prezi.com/jh2dddkywmro/la-importancia-de-los-mitos-en-la-cultura-griega/https://definicion.de/mito/https://redhistoria.com/la-maldicion-de-casandra/http://la-diosa-del olimpo.blogspot.com.co/2013/02/casandra.htmlhttps://es.scribd.com/doc/36189286/La-reproductibilidad-tecnica-y-la-perdida-del-aura-de-la-obra-de-artehttps://www.circulobellasartes.com/benjamin/termino.php?id=21http://arteparaninnos.blogspot.com.co/2018/03/el-aura-de-la-fotografia-para-walter.html

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